Un nuevo concepto
Comenzando por el propulsor, la novedad más importante es que cumple con la disposición Euro 6b, la normativa más restrictiva en cuanto a emisiones que está en vigor actualmente.
La «primicia» en este caso es que, para cumplir con la misma, no recurre al sistema SCR de tratamiento de gases, y por ello no precisa de AdBlue. En este sentido, emplea la tecnología LNT (Lean NOx Trap, trampa para atrapar los óxidos de nitrógeno). A ello hay que sumarle el EGR (recirculación de los gases de escape) y el filtro de partículas (FAP).
El LNT está montado junto al mismo filtro de partículas, de manera que se reducen las emisiones al quedar «atrapadas» en el catalizador. El resultado es una gran eficiencia de funcionamiento a bajas cargas. Teniendo en cuenta, además, que el sistema viene acoplado al motor, trabaja a una temperatura media más alta, reduciendo así la cantidad de gasóleo a inyectar.
Por otro lado, se trata de una mecánica que garantiza unos costes de mantenimiento muy bajos. Para ello se ha sustituido la anterior correa de distribución por una de cadena, a lo que hay que sumar el ajuste automático de la holgura de las válvulas, así como de la tensión de la correa de servicio. Además, cuenta con un turbo de geometría variable de mayor capacidad.
El resultado de todas estas soluciones es un bloque motor compacto, de 1,9 litros de cilindrada para una potencia declarada de 123 CV a 3.200 rpm y un par de 320 Nm entre 1.500 y 2.700.
Asociado al propulsor, Isuzu se ha decantado por el nuevo cambio manual de seis relaciones -la bancada que monta el L35, de 150 CV, continúa utilizando una de cinco velocidades-, que ha sido desarrollada expresamente para conseguir el mejor rendimiento posible y el máximo par motor.